miércoles, 5 de mayo de 2010

Videos triple Z (o sea, para dormirse)


Después de las fiestas de casamiento, no hay cosa que deteste más que tener que ver los videos de esos casamientos. Más aún si por alguna razón no participé de tal acontecimiento. Ese largo compilado de lugares comunes es sencillamente intolerable. No así para los recién casados, por supuesto. Andá a hacerles entender que esa película les interesa nada más que a ellos, aunque se empeñen en mostrarla orgullosos como si hubiese sido premiada en Cannes o galardonada por la Academia de Hollywood.

FUNCION PRIVADA
El aterrador programa “vengan a casa a cenar así de paso ven el video de nuestro casamiento” es algo de lo que ningún ser humano puede zafar. En algún momento de la vida te toca. El pretexto es siempre la visita guiada al flamante nidito de amor de los tortolitos; o sea, ver cómo acomodaron la heladera, cómo orientaron la mesita ratona según el feng shui, en qué pared colgaron ese cuadro pedorro que les regalaste, etc, etc, etc. Pero todos sabemos que eso dura un suspiro; el plato fuerte de la noche es otro y, al revés de lo habitual, viene después del postre.
“Chicos, ¿quieren que ponga el video?”, pregunta la anfitriona ni lerda ni perezosa mientras levanta los platos y él convida esos habanos que se trajo de la luna de miel en Cuba. Ella ya lo vio sola, lo vio con sus padres, con sus suegros, con sus hermanos, con sus primos, con la vecina del 3º B, con el perro, pero ahora quiere verlo con vos. Y un “no” como respuesta sería políticamente incorrecto porque para eso viniste. Sólo te salvaría una excusa contundente, como que te avisaron por el portero eléctrico que te están afanando el auto o te llamaron al celular para avisarte que se te está quemando la casa con el loro adentro. Sí, ya sé, antes que semejante tragedia es preferible ver el video.

LUZ, CAMARA... ACCION!!
La cosa ya arranca mal. Si vos pensás que el video está compuesto por un par de imágenes de la iglesia y otras tantas de la fiesta, te aviso que vas muerto. Antes vas a tener que sumergirte en un inesperado viaje en el tiempo, un mágico y sensiblero recorrido por la infancia y adolescencia de estos dos paparulos. Vas a ver fotos de cuando eran bebés, de la primera cacona, de cuando dejaron la teta, del primer día de clase, de cuando fueron abanderados, de las vacaciones en Claromecó, del viaje de egresados a Bariloche, de cuando se conocieron, y todo oportunamente editado con música de Alejandro Sanz, Andrea Bocelli, Maná, Montaner o los no menos empalagosos Air Supply y Brian Adams. Si tenés suerte y al flamante matrimonio le pega la onda mística, por ahí te la hacen más llevadera con Vangelis o Enya. De repente observás de reojo a tu novia y advertís que se le está piantando un lagrimón. A vos, en cambio, te sube el nivel de azúcar en sangre y, aunque no fumás, a esta altura aceptás el habano que te ofreció tu amigo con la esperanza de que la humareda te haga ver la vida de otro color. Mientras te da fuego, pensás en lo lejos que quedó aquella época en la que, juntos, bailaban pogo en los recitales de Divididos.

OTRA VEZ ARROZ
Un piadoso fade out le baja el telón a ese ejercicio de retrospectiva y un fade in te deposita en el Civil. El camarógrafo se regodea con primeros planos de los novios, de los testigos, de las firmas, de los suegros y de alguna tía emocionada que, ya sin provisión de carilinas, se empieza a limpiar los mocos con los dedos. La caída estruendosa y sin querer de tu cenicero tapa un par de chistes pavos del juez de paz, pero no es un problema. Como un acto reflejo, la anfitriona caza el control remoto y aprieta nerviosamente el REW para que uestedes los puedan escuchar de nuevo y ella reírse por enésima vez. Al salir todos del juzgado, el hombre de la cámara logra los primeros reportajes familiares con declaraciones del tipo “la verdad que estoy muy feliz”, “la verdad que los chicos se merecen esto y mucho más”, “la verdad que estamo’ muy contento’ y le’ deseamo’ lo mejor”, “¿Esto es para Intrusos?” y frasecillas ingeniosas por el estilo. Del lado de afuera del televisor aparecen también las primeras sacadas de cuero, como por ejemplo a una prima solterona que se fue ataviada con un tailleur de rabioso verde esmeralda coronado por una capelina fucsia. Mientras ves las imágenes de la lluvia de arroz, buscás acomodarte en otra posición porque ya se te estaba durmiendo un cachete y parte de la pierna.

QUE FANTÁSTICA ESTA FIESTA
Pasa la ceremonia religiosa (con más lágrimas, adentro y afuera de la pantalla) y se viene la festichola. Hay riguroso paneo de todas las mesas donde se ve mucho descamisado, pulgares arriba, sonrisas de publicidad de dentífrico y muecas artificiales de algarabía.
Le siguen las escenas del vals, las del ramo, las de algún que otro momento emotivo y, anunciadas con bombos y platillos, las esperadas imágenes del carnaval carioca. Y lógicamente, el camarógrafo advierte que el alcohol comenzó a hacer su trabajo y se ensaña con algunos invitados, que a esta altura podrían encarnar la versión moderna del Show de los Muppets. Y acá viene la segunda tanda de lapidación pública. “Mirala a Roxana. ¡Qué hiiiija de puuuuta!, no puede hacer el ridículo de esa manera. Ya no es una pendeja”, dispara maliciosamente la dueña de casa ante la aprobación de tu novia. “Noooo, pero peor fue lo de Laura, con ese vestido que le quedaba como una patada en el culo ¿Quién la asesoró, el enemigo?”, retruca tu chica. “Me mueeeeroooo... a ver, poné de vuelta esa parte en la que se le sale el zapato”, insiste. Y a vos ya te importa un carajo Roxana, el vestido de Laura, el zapato y todo lo que venga después. Te acordás que a esa hora estaban repitiendo la final de la Champions que no pudiste ver y te querés pegar un tiro en las bolas. Encima, esa música estridente y berreta te transporta inexorablemente hacia aquella noche y te sentís como el veterano de Vietnam cuando vuelve a escuchar el sonido de los helicópteros.
Las escenas de baile y los planos de gente escabiada se repiten hasta el hartazgo. “Che, ¿quien es ese viejito tan simpático que iba de mesa en mesa?”, preguntás a modo de bocadillo para fingir que te interesa el video. “Era. El tío Osvaldo murió hace 15 días, pobre. Lo atropelló el Premetro que iba a Lugano”, te responde tu amigo. Pedís las correspondientes disculpas y jurás no abrir la boca en lo que queda de la velada.

STOP + EJECT = LIBERACION
“¿Les gustó, chicos?”, pregunta a coro la parejita al terminar la película. “¡¡Qué lindo recueeeerdo!!”, acota tu novia, quien no contenta con esto le pide a su amiga el teléfono del que armó el video para hacer algo igual en tu boda. Vos también le pedis los datos pero para ir a cagarlo a trompadas.
La reunión va llegando a su fin y vos te ponés de pie como para ir tomándote el palo. La función se hizo larga y con tu amigo ni siquiera pudieron llegar a ver la repetición de los goles. El canal de deportes ahora está transmitiendo un torneo de burako en Eslovenia, pero te importa menos que el video.
Mientras tu novia agarra la cartera y vos las llaves del auto, se escucha un pedido desesperado, casi un reto. “¡¡Chicos, no se vayan!!”, avisa la anfitriona que viene del dormitorio con un libraco del ancho de una medianera. “¡¡¡Faltan las fotos!!!”

3 comentarios:

sandra arce dijo...

jajajaja, muy bueno. Es verdad me ha pasado, pero es lindo che? pobres. Mi pregunta es cuando se separan quien se lleva el video y las fotos? jajajaj.Por suerte el mio nunca lo veras.jajaj.Cariños.

Anónimo dijo...

Jajajajaja Arman! No podés!!!
Leyendo se recordé un par de videos de este tenor, pues zafé de varios JE!
En uno se pasearon en Mateo por medio Palermo y lugares con pasto... el pasto es fundamental.
La novia desplegando florrr de miriñaque embarrado en las partes inferiores.
Bsotes
Belén
Ahh leyendo el relato, me atraganté con las empanadas del anterior JuJu

Sil dijo...

"te sentís como el veterano de Vietnam cuando vuelve a escuchar el sonido de los helicópteros" JAJAJAJA