sábado, 29 de mayo de 2010

Las 10 cosas que odio del Mundial


Sin temor a equivocarme diría que, junto con los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol es el acontecimiento deportivo más importante del planeta. Millones de personas lo siguen y viven pendientes de todo lo que allí sucede. Están las mejores selecciones, los mejores jugadores (o casi todos) y los adelantos tecnológicos hacen que esta competencia sea cada vez más apasionante.
Personalmente me gusta el fútbol y, en la medida que puedo, trato de ver todos los partidos del Mundial. Cualquiera, así juegue Egipto con Islandia o Barbados contra Kazajastán. Ni hablar de Argentina. Es la magia que genera.
Pero atenti que no todas son rosas. Ni goles. De la mano del Mundial también se cuelan una serie de condimentos extradeportivos que a esta altura de la soirée ya se tornan cansadores e insoportables. Conforman un “seleccionado” de razones (justamente, hablando del tema) para desear que esta justa deportiva empiece pronto y termine ídem.

1) Publicidades en TV. Encarnan el nacionalismo triunfalista elevado a la enésima potencia. No hay marca que no busque el guiño cómplice con el televidente mostrándole su compromiso con el Mundial y tratando de apasionar hasta al más insensible. Gritos de goles interminables, puños apretados, lluvias de papelitos, festejos desaforados, abrazos, arengas, himnos, lágrimas, marchas multitudinarias que no se sabe de dónde vienen ni hacia dónde van... La Brujita comiendo papas fritas, la Brujita promocionando una tostadora eléctrica, la Brujita cagando... Ah!, y todos son sponsors oficiales de la Selección, ojo al piojo con esto. No es lo mismo chuparte una cervecita que patrocine a la escuadra albiceleste que una que no.

2) Publicidad de televisores. Durante los meses previos a la Copa del Mundo, algunos diarios y revistas son páginas amarillas de televisores con dos o tres noticias en el medio. “¡No te pierdas esta promo! Con un 42 pulgadas te regalamos la pelota oficial del Mundial y pagando 5 pesos más te llevás el inflador”, te dice un aviso. “Comprá un LCD y automáticamente entrás al sorteo de la fotocopia de la partida de nacimiento de Messí”, dice otro.
Y si de coquetear con los extremos se trata, los seres humanos somos mandados a hacer. Es que así como te bombardean con los televisores gigantes, también te rompen los huevos para que veas los partidos desde un celular. “Mirá el Mundial desde el nuevo XLT-69/3G”, te anuncian con bombos y platillos. Y acá debe haber algún tongo con los oculistas y las ópticas, no me jodan. ¿Quién carajo puede seguir un partido de fútbol en una pantallita de 5 x 5?

3) Patriotismo de ocasión. Durante el mes que dura el Mundial todos somos argentinos hasta la muerte. Algunos vamos a trabajar vestidos con la celeste y blanca, otros hacemos flamear la insignia patria desde autos y balcones... Si ganamos es porque somos los mejores y si nos cepillan es porque hemos sido víctimas de una conspiración universal. “¡¡¡El que no salta es un inglés!!!”, es el grito de guerra que suele escucharse en las tribunas, en las calles o en los bares donde nos amontonamos a ver los partidos. Qué paradoja; seguramente olvidamos que durante esos cuatro años previos al Mundial a lo fino le dijimos cool, al maquillaje make up, a lo exagerado too much y no nos perdimos un solo festejo de San Patricio. Claro que es un nacionalismo raro éste; ensayando un cuestionario básico, pocos de estos repentinos patriotas sabrían quién fue el Doctor Favaloro y menos que menos ubicar en el mapa a El Calafate, Tinogasta, Yapeyú o a la tan castigada Tartagal.

4) Cobertura periodística. Parece que es ley no escrita estar las 24 horas informando sobre todo lo que pasa en la concentración argentina. Y cuando digo “todo” es TODO. Y en realidad soy un desagradecido, porque gracias a ésto me puedo enterar, por dar un ejemplo, que Messi ligó 3 veces el ancho de espadas en un truquito con Palermo, Tévez y Mascherano, que el Diegote se levantó a las 4 de la mañana para orinar, que el Pipita se llevó para leer “El Combustible Espiritual” de Ari Paluch, y que el Kun mandó a cocinar de vuelta un bife de chorizo porque se lo habían servido demasiado jugoso.

5) Partes médicos. Y si hay una verdadera cuestión de Estado es la salud de los jugadores. Hay como un misterio detrás de esto. Todas las mañanas agarramos temblando el diario, rogando no desayunarnos con ningún titular que anuncie que algo malo le pasó a nuestros muchachos. “Verón se habría levantado con un poquito de catarro”, leemos angustiados por ahí. “Se rumorea que Messi andaría con principio de tortícolis”, se escucha en algún noticiero. Y tiembla el país. Y tal vez no falte el que salga a comprar dólares; a ver si en una de esas...

6) Notas de color en el Mundial. Son las que muestran el lado humano, lo novedoso, lo gracioso o lo frívolo. Traducido: vas a tener que tragarte cientos de móviles en vivo con insípidos reportajes callejeros a hinchas mexicanos, serbios, japoneses o nigerianos. Y si los enganchan escabiados, garpa mejor. Tampoco estás a salvo de las notas con la remanida fórmula tinelliana “te gasto porque hablás otro idioma”, o “te hago repetir guarangadas en castellano, total no sabés qué mierda quieren decir”.

7) Notas de color acá. Son otro campeonato mundial, pero de obviedades. Juega Argentina y los noteros salen a la caza de transeúntes para que vaticinen el resultado. “Hoy ganamo’ tre’ a cero”, dirá alguno con más fanatismo que lógica. Juega Brasil: móvil en un boliche brasilero. Meninos borrachos, garotas revoleando el culo... Juega Paraguay: cámaras en un centro de residentes paraguayos a puro mate y tereré. Juega España: nota en el Centro Gallego mientras desde la cocina revelan los secretos de la cazuela de mariscos. Juega Alemania: enviado especial a Villa General Belgrano para ver el partido junto al nieto de algún sobreviviente del Graf Spee. No, si a originales y creativos no nos gana nadie.

8) Notas sensibleras. Son inevitables. ¿Qué periodista se perdería ver el partido de Argentina en casa de los Messi y hacer un primer plano de las lágrimas de alguna tía cuando el pibe la mande a guardar adentro? ¿Qué daría un periodista por estar frente a los familiares de Romero en el momento en el que el joven arquero detenga un tiro desde los 12 pasos? ¿Qué daría por viajar hasta el pueblo de donde es oriundo algún jugador para documentar el fervor de la gente que lo vió nacer? "Sí, yo lo conozco de chiquito, lo conozco. Venía acá al almacén a hacer las compras. Sabía que el pibe iba a ser un crack", dirá algún vecino "figuretti" como testimonio invalorable.

9) Todos son DT. En la familia, en la oficina o en la mesa de café tenés que soportar a esos que se las saben todas. Que Riquelme sí, que Riquelme no... “Maradona se equivocó...”, arranca el tachero que te lleva al laburo; “...tendría que haber puesto a Jonás Gutiérrez 10 metros más a la izquierda y hacer subir a Heinze”, concluye. Y como vos estás medio dormido y le decís todo que sí, el tipo se envalentona y sigue: “Al Kun tendrían que haberlo hecho entrar 15 minutos más tarde cuando ellos ya estaban sin piernas. ¿Sabés el despelote que te arma, el pibe?”. En eso te demora un piquete por Avenida Corrientes y el tachero, para hacer tiempo, se empieza a remontar a la época en la que jugaba Kempes.

10) Hay que ver los partidos en patota. De esta costumbre también es complicado zafar. Vos te gastaste una fortuna en un home theatre y un sillón inteligente que te quita los zapatos y te masajea, sin embargo terminás viendo el partido de Argentina en un monoambiente junto a 10 gorilas y sentado como si tuvieras un palo en el culo. “No seas amargo; es más lindo verlo en grupo. Además hay que respetar las cábalas, viejo. La última vez que le ganamos a Nigeria nos juntamos en lo del Rúben”, te contestan enojados cuando amagás cortarte solo. Es verdad lo de la cábala, la cagada es que “el Rúben” hace como un año que está colgado del cable y la imagen tiene más lluvia que el sur de Chile.

Es así, estimados. Podría seguir con la lista pero aquí me planto. En el tintero quedaron los que hacen apología del “me chupa un huevo el Mundial”, los periodistas que modifican su discurso según el resultado, las descolgadas que preguntan si el que ataja es Goycochea, las que sólo miran el partido porque los tanos “están fuertes”, los quichicientos documentales y artículos turísticos sobre Sudáfrica, etc, etc, etc...
Publicidades, promos y notas de color al margen, ojalá que todos puedan comprarse sus televisores y celulares, que todos puedan seguir los partidos desde donde sea y sobre todo, que los muchachos argentinos puedan regresar a casa con la ansiada copa. No me gustaría tener que escribir un nuevo post que lleve como título “Las 10 cosas que odio de quedar eliminados del Mundial”.

1 comentario:

Leno. dijo...

jajaj espectacular! Tendrían que meter preso al que inventó la publicidad de convencer a los chinos de alentarnos diciendo "nosotros comemos chinchulin y el tango hace chan chan". Pero que hijos de puta!!! No voy al INADI porque tengo cosas mejores en que perder el tiempo.