Los dos renunciaron a la conducción del Partido Justicialista. Al bonaerense, Moyano, y al nacional, Kirchner. Sin embargo al primero le dijeron “alpiste” y al segundo le fueron a pedir casi de rodillas que vuelva a asumir. Y para acumular coincidencias, fue Daniel Scioli quien intentó torcer sus decisiones en ambas oportunidades. Para pasarlo en limpio, la cosa sería más o menos así: si una renuncia no conviene (la de Néstor) tiene el valor de un billete de tres pesos y si conviene (la de Hugo) es palabra santa, no hay marcha atrás. Y en este caso disparo sobre el oficialismo, pero todos los gobiernos han hecho de esta práctica acomodaticia una moneda corriente. Todos. A no ofenderse solo los K.
A raíz de esta aceptada dualidad, resulta que hoy tenemos monopolios buenos y monopolios malos, corrupción buena y corrupción mala, contaminantes buenos (cianuro) y contaminantes malos (glifosato), ascos buenos y ascos malos, los que se van del oficialismo son “traidores a la patria” pero los conversos son almas puras que entendieron la causa nacional y popular, el 64% de Macri no le da derecho a hacer lo que se le canta pero con el 54% de Cristina hay que “tenerla adentro” sin chistar... Y así indefinidamente.
Faltan casi 4 años para las próximas elecciones presidenciales, pero a los posibles candidatos ya les convendría ir sincerándose. Basta de eslogans como “Cristina, Cobos y vos” o “Síganme que no los voy a defraudar”. La mejor frase de campaña para sintetizar sus futuros actos de gobierno es “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. Subjetividad pura.
1 comentario:
jajajj genial!
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