miércoles, 23 de diciembre de 2009

La encantadora familia Contreras


Si uno busca en la guía telefónica el apellido “Contreras”, se va a encontrar con unos cuantos. No sé... serán 500... 600... 1000... No interesa demasiado la cifra. Lo que sí importa –y preocupa- es que existen muchos más de los que figuran en el extenso y pesado libraco. Son esos personajes que tienen como eterno y perverso pasatiempo pararse en la vereda de enfrente de los demás, y cuyo lema en la vida es “de qué se trata que me opongo”. ¿Los conocen?

Los “contreras” son fáciles de identificar. No tardan en saltar a la vista. Está en su naturaleza, es más fuerte que ellos. Y ejemplos hay de sobra. Si todo el grupo de amigos quiere tomar el colectivo, el contra va a querer ir al mismo lugar caminando. Si todos deciden ir a la playa de mañana, él se emperrará en aparecer por la tarde. Si todos coincidieron en alquilar una peli de acción, él va a querer una comedia. Si todos se están descostillando de risa con un CD de Gioia, él va a decir ofuscado que no le mueve un pelo. Si todos se mueren por una parrillada, él se va a encaprichar con una pizza. Obviamente, de no prevalecer su voluntad, el contra instalará una desagradable cara de culo y disparará a mansalva comentarios negativos durante lo que quede del día. De esa no te salvás.
Cuando se lo proponen, los contreras son los reyes de la indirecta. Te ven con un pulóver y te lanzan “¿no me digas que tenés frío?”. Te ven en mangas de camisa y lo cambian rápidamente por un “¿no me digas que tenés calor?”. Les explicás que no salís porque estás cansado y te verduguean con un “¡ehhhh, qué flojito que sos!”.  Te ven condimentar tu ensalada o tus papas fritas y te juzgan: “cheeee, ¡¡cuánta sal le ponés!!”. Y el respeto por el prójimo que te enseñaron tus padres te gana la pulseada, porque es para contestarles “y a vos ¿qué carajo te importa si yo tengo calor, frío, soy flojito o me gusta la comida salada?”.
Por lo general, los contreras carecen de sentido del humor. Es que significaría reírse de sí mismos o festejar una ocurrencia de alguien que no son precisamente ellos. Para su extraña lógica de contreras significaría ceder. Cualquier chiste o anécdota, por graciosa que sea, les va a parecer mala y es probable que terminen descalificando al que la contó.

La mayoría de las veces son peleadores y confrontativos y no admiten la proverbial variedad en los gustos. La única verdad es la de ellos, el resto no sirve, es despreciable. A vos te gusta el mar y ellos te corrigen que es mejor la montaña. Vos sos fanático de las casas y ellos te discuten que no hay como el departamento. Si tenés animales, ellos los odian... Muchas veces esta postura es maliciosamente deliberada: como son de preguntar primero, con tu opinión arriba de la mesa tienen la libertad absoluta para doblar la apuesta o saltar automáticamente a la vereda contraria. Vos les decís que conseguiste el zapallito a 5 mangos y ellos lo compraron a 3. Vos les decís que te hicieron un 10 % de descuento en el súper y a ellos un 15 %. Vos les decís que tenés el colesterol un poquito alto y ellos te enrostran que en el último análisis les dio perfecto. Hacé la prueba: primerealos; preguntales algo vos y deciles que pensás igual o que conseguiste algo más toraba. Les cagás el día.
Y por supuesto, todo contreras que se precie es porfiado; lo primero que vas a escuchar de sus labios ante un comentario o sugerencia es siempre un "no", es como un acto reflejo. Después para negociar tienen tiempo. Aunque esto último es bastante difícil, por no decir imposible: son capaces de discutirte a muerte una verdad revelada o alguna noticia que ya dio la vuelta al mundo tres veces. “Yo leí que no es así”, te aseguran sin mencionar las fuentes, cosa que vos no puedas probar dónde lo leyeron y cuándo. Y es inútil tratar de convencerlos porque son de los que están dispuestos a irse a la tumba con sus pensamientos. Ni aunque los tortures. Son tercos como mulas. Funcionan como los tarugos: mientras más insistís, más se clavan. Y si en algún momento del acalorado debate descubrieran amargamente que tenés razón, jamás de los jamases te lo van a reconocer. Sería para ellos un signo de avergonzante debilidad.

No soy psicólogo, pero creo que estos personajes básicamente buscan diferenciarse, despegarse de determinadas actitudes de los demás o de alguien en particular. En definitiva, ser distintos. Y puede haber varios motivos: envidia, celos, complejo de inferioridad o superioridad, falsa demostración de personalidad... lo que se te ocurra. Lo triste es que no advierten el rechazo que van generando en su entorno, lo que, a la corta o a la larga, los deja a merced de la gastada y termina por extenderles una especie de certificado de defunción social. Y en esto sí que no tienen contra.

1 comentario:

gaby/rita dijo...

JAJAJA!!! IMPECABLE.......NI HABLAR DE LOS CONTRAS FINDEAÑEROS...GANADORES OLIMPICOS DEL CORCHO AL TECHO! BESOTES......O NO ...MEJOR NO ASI TE LLEVO LA CONTRA! JAJA NOS VEMOS!
rita /gaby