martes, 3 de abril de 2007

Los nuevos "okupas" de la tele


Hace un mes regresé de otra de mis vacaciones en el Sur. Dos semanas y media respirando naturaleza en su estado más puro y recorriendo lugares donde no hay autos, no hay colas, no hay ruidos, no hay caras de orto, no hay insultos, no hay chorros, no hay frivolidad, y no hay basura tirada en las esquinas, entre los males que recuerdo. Solo arroyos, senderos, bosques, lagos, y amables pobladores que demuestran que se puede vivir sin celulares, sin Internet, sin diarios, sin gas y sin electricidad (y por ende sin televisión).
Y no sé si será por la cercanía aún de esta hermosa y placentera experiencia, que desde que retorné a la ciudad todo me molesta. Absolutamente todo. Empezando por la televisión. Empezando por Gran Hermano.
Aunque en realidad voy a ser justo con esa selección de iluminados que están -y estuvieron- encerrados allí adentro: no me molestan ellos sino todo lo que pulula alrededor. Porque, en definitiva, es un programa de televisión, y basta oprimir el control remoto para que estos adolescentes tardíos desaparezcan de mi vista.
Y entre lo que da vueltas en torno a Gran Hermano las palmas se las lleva, por lejos, el llamado "Debate". Porque si hay algo más insólito que mostrar la nada, es debatirla. Allí tenés que escuchar a un (ex) intelectual diciendo muy serio que "fulanita no le prestó la pasta dentífrica a menganita porque sicológicamente expresa no sé qué cosa", o a una periodista asegurando que "menganito está haciendo bien 'su juego' porque al seducir a fulanita logra no sé que otra". ¡Mamita querida! Y bueno... hay que comer, los entiendo... Por suerte me queda una luz de esperanza: todavía no vi prendidos en tan particular intercambio de ideas a Martín Caparrós ni a Beatríz Sarlo.
Y vos hablás con tus amigos y conocidos y nadie lo ve, ¿eh? Ojo. Pero resulta que el programa orilla los 40 puntos de rating. Me hace acordar al "innombrable": ¡¡nadie lo votó y nos rompió el culo durante 10 años!! Para mí la explicación es sencilla: el programa genera algún tipo de adicción, de curiosidad morbosa, pero al mismo tiempo parecería que verlo avergüenza.
¿Y yo dije, una líneas más arriba, que bastaba con cambiar de canal para que GH desaparezca? Me retracto, no es tan fácil. Pongo al siempre ácido Beto Casella y me decepciona haciendo un "análisis" de GH. Huyo en violento zapping hacia América y el buen programa de la Fabbiani ya resulta un liso y llano "noticiero" de lo que pasa en "La Casa". Cicioli habla de GH. Pettinato habla de GH. Clarín escribe sobre GH. No tengo escapatoria. O sí: volverme a la montaña.
Y tenés un programa de chimentos que está a favor y otro en contra. El primero ha elevado a estas criaturas poco menos que a la altura de un premio Nobel. Razones a la vista. El segundo, por despecho, se dedica a bucear el lado más oscuro de cada participante: hijos no reconocidos, pasados turbulentos, novios/as ocultos/as y algún antecedente de stripper, barra brava o bailarina de caño. Y llenan horas y horas con esto, como si estuviesen debatiendo sobre política internacional, inseguridad, o la falta de radares de Ezeiza.
¡Y no hablemos de la chapa que te da ser un ex Gran Hermano! Vos te rompiste el culo estudiando medicina nuclear, o estás trabajando en la vacuna contra el SIDA y no te dejan entrar ni al ñoba del cine. Sos un ex GH y te están esperando 20 periodistas en la puerta de algún "restó" de Las Cañitas, te estacionan el auto, te ubican en un sector VIP, ¡¡¡y encima no garpás!!! Me imagino al padre de una piba de 15 o 16 años a la hora de aconsejarla sobre su futuro. "No estudiés biología, nena. Anotate en Gran Hermano que en un mes salís en pelotas en la tapa de alguna revista, en dos te hacés las tetas, en seis seguramente te enganchás a algún gil con mucha guita, y en un año estás conduciendo un programa de TV". Un carrerón, como quien dice, y sin tocar un libro. Literalmente.
Pero a no desesperar que todo pasa, amigos. En unos días Gran Hermano nos abandonará y se acabarán los debates, las "galas", los programas especiales, las intrigas, las peleas y los chimentos. La televisión es una rueda que gira y siempre nos da revancha, siempre nos da la posibilidad de gozar de algo nuevo. Por suerte ahora se vienen "Bailando..." y "Patinando por un sueño".
¿Alguien se anota para rajarse conmigo a la montaña?
¡Que el 2007 les sea leve, muchachos!