lunes, 24 de abril de 2006

Parece que va a llover


El clima. Qué tema, el del clima. Los argentinos somos expertos en meteorología y creemos predecir lo que va a pasar con solo asomar la nariz a la calle. Y tenemos algunas patologías y obsesiones.
¿Por qué será que en los ascensores de lo único que se habla es del clima? Creo saber la respuesta. Estar 30 segundos encerrado con alguien en un habitáculo de un metro cuadrado sin emitir palabra produce cierta incomodidad. Charlar espontáneamente sobre filosofía o preguntarle al vecino si anoche tuvo sexo con su mujer tampoco da. Entonces lo del clima es ideal. Todos lo sufrimos, no exige respuestas muy sesudas, y fomenta la imaginación haciéndonos enumerar las cosas que haríamos bajo ese sol tan radiante, y lo que no haríamos con esa humedad de mierda o bajo esa lluvia torrencial.
¿Y cuando llega el verano? "Dicen que Enero va a ser muy llovedor", comenta alguno en la oficina no se sabe si porque realmente lo leyó o para cagarle las vacaciones al otro. "Diciembre y Marzo son los mejores meses en cuanto al clima", repiten otros muy seguros como si se tratara de un axioma. ¿Y esto de dónde lo sacaron? ¿Está comprobado científicamente? ¿O se autoconvencen desde el resentimiento porque los cagaron en el reparto de las vacaciones? Y si volvés de las vacaciones no muy bronceado tenés que escuchar de tus compañeros de laburo cosas como: "¡¡¡Cheeee, ¿dónde estuviste? ¿En un 'tupper'?!!!". Y no importa si le diste a la matraca todo el día con tu mujer, apoliyaste como un duque, o te divertiste como loco haciendo moto cross o andando a caballo. Si no volvés negro como Pelé ¡no fueron vacaciones! ¡¡Fracasaste!! Y no te preguntan si descansaste, conociste, o la pasaste bien. Lo primero que te lanzan es: "¿Qué tal el tiempo?" (también quieren saber cuánta guita gastaste, pero eso es motivo de otro análisis).
Y he podido comprobar que en esta menuda cuestión del clima no hay poronga que nos venga bien. Y doy el típico ejemplo. Pleno invierno; muchísimo frío y de golpe, por esos misterios del clima, la temperatura sube milagrosamente a 22º. Y una señora le dice a otra (en el ascensor, qué otro lugar si no):
"¡Qué calor que hace! ¿Vió qué pesado que está? Yo no se... el tiempo ultimamente está loco". Bien. Pasamos al mes de Enero, 38º de térmica a la sombra, y de pronto... la lluviecita salvadora. La temperatura baja a 22º y la misma señora, que vuelve de hacer las compras, le dice a otra: "¿Vió cómo refrescó? Tuve que volver a buscar un saquito porque así, qué quiere que le diga, no hay cuerpo que aguante". ¡¡Y son los mismos 22º!! ¡Pongámonos de acuerdo, carajo!
Por eso, como buen argentino y amante de los lugares comunes que soy, voy a concluir con este pequeño análisis afirmando orgulloso que "nuestro pais tiene los cuatro climas", aunque lamentablemente "lo que mata es la humedad".

Insufribles


La lista no es definitiva y pueden colaborar los lectores.

Los que lavan el auto en la calle mientras escuchan el partido de fútbol a volumen intolerable.

Los que llevan en el auto a su banda de amigotes y para hacerse los cancheros salen arando, aceleran a fondo para recorrer 50 metros, doblan como vienen, etc...

Los que van en el auto con el stéreo a todo lo que da y con las ventanas bajas para que escuchen todos (generalmente cumbia; un tipo que escucha buena música no suele presentar este comportamiento).

Los que ven por primera vez a un recién nacido y exclaman:
"¡¡Ay, es la cara de la mamá!!". ¡A lo único que se parece un recién nacido es a una rata!!

Los que van por la calle con la novia y te clavan la vista para que no se la mires (o al revés si es mujer).

Los que te ofrecen un servicio por teléfono (celulares, prepagas, tiempo compartido, etc...) y cuando les decís que ya tenés, te preguntan cuál es y lo defenestran.

Los amigos que te llaman muuuuy de vez en cuando y como no los reconocés de entrada te insultan. Ejemplo:
Vos:
"¿Hola?"
El:
"¿Qué hacés?"
Vos:
"¿Quién habla?"
El:
"¡Pablo!"
Vos:
"¿Qué Pablo?" (ya a esta altura de tu vida conocés a muchos Pablos)
El:
"¡¡¡Pablo González, pelotudo!!!", te sacude sin anestesia.

Los amigos que llamás después de algunos meses y te lanzan un
"¿¡¡Qué hacés, borrado!!?", como si el que tuviera la obligación de llamarlos fueras siempre vos.

Los amigos que te ven después de mucho tiempo y te reciben con un
"¡¡¡Cheee, estás hecho mierda!!!", cuando los que tienen "destrucción total" son ellos (no hay mejor defensa que un buen ataque).

Los que te dan excusas truchas para salvar el pellejo.
"Te llamé y no me contestaba nadie" (falso porque tenés contestador). "Intenté ubicarte pero me daba ocupado" (falso porque tenés llamado en espera).

Los que te llaman por teléfono muy temprano. Como ellos ya están levantados creen que todo el mundo también lo está.

Los que se acaban de comprar casa o depto y te aburren con cada detalle de la operación, desde la negociación del precio hasta cómo ganaron esos centímetros para que entrara la heladera.

Los que quieren modificar tus planes para su beneficio. Le decís que no podés cubrirlo en el laburo porque justo tenés un asado y te contestan "mirá que escuché por ahí que para mañana está pronosticado lluvia". Le decís que no podés llevarlo en auto a la casa porque vas al súper a aprovechar unas ofertas y te contestan "tenés tiempo, ¿eh?; leí que es hasta fin de mes".

Los que falsean una cifra para conseguir algo porque si dicen la verdad no logran nada. Ejemplo: te avisan que los aguantes "5 minutitos" y aparecen a los 45. Te dicen que los alcances "acá a un par de cuadras" y te hacen manejar como 20.

Los que con la dudosa excusa de colaborar se meten de prepo en actividades ajenas, como por ejemplo la elaboración de un asado o una comida, el arreglo de alguna boludez de tu auto o tu casa, etc (si no hay nadie que se anime a mandarlos al carajo terminás haciendo lo que quieren ellos).

Los que se hacen los graciosos corrigiéndote cada cosa que decis así sea algo totalmente insignificante. "¡Mirá! ese es el auto que se compró Carlitos", le señalás al ver pasar por la calle uno igual. "Ese no es, si no lo manejaría Carlitos", te contesta canchero.

Los que combaten o defienden un mismo argumento según lo que les conviene en ese momento (el famoso "doble standard", muy usado últimamente en política, donde, por ejemplo, la Justicia o el Congreso sirve o no según lo que dictamina o legisla).

Los que todo les cae mal. Así les cambies un horario o punto de encuentro, les avises que fulano va a llegar más tarde, encuentren una calle cortada o les digas que para el asado no conseguiste entraña.


Los comparativos, esos que te enrostran que consiguieron algo más barato, que lo de ellos es mejor, y siempre tienen a mano una anécdota para superar a la que acabás de contar vos.

Los que llaman a los famosos por su nombre de pila como si fueran íntimos (Marcelo, Carmen, Mario, Adrián, Gerardo, etc).

Los que te quieren hacer creer que entienden de vinos y si les vendás los ojos no saben distinguir un syrah de un tetra.

Los que a toda costa te quieren enganchar en esas empresas "multinivel" (generalmente ellos ya están adentro) y cuando les insistís que no tenés interés se ponen agresivos.

Los que rechazan sistemáticamente cualquier invitación y cuando se enteran que organizaste algo y no lo invitaste (porque ya tiraste la toalla) te dicen:
"Che, gracias por avisarme, ¿eh?".

Los que organizan las despedidas de solteros y quieren tener más protagonismo que los novios.

Los que viajan en colectivo con las patas abiertas y no dejan sentarse a nadie a los costados.

Las novias/esposas de tus amigos que te arrastran a discusiones filosóficas sobre por qué todavía no te casaste.

Los que te promocionan una mina -o flaco- para presentarte argumentando que "tiene tus mismos gustos". "¡Ay, es fana de Sabina igual que vos; se van a llevar bárbaro!!", te dicen. ¿Y qué carajo tendrá que ver? Puede gustarle Sabina y ser una chiflada de mierda o tenerle alergia al agua y al jabón.

Los que usan la palabra "mal" para reforzar una idea. "Soy hincha de Boca, pero hincha mal, ¿eh?". "Anoche Caro estaba descontrolada mal" (como si existiera el "descontrolada bien").

Los que le das la cámara de fotos ya lista para disparar y empiezan a enfocar y a toquetear todo de vuelta (y casi siempre le rebanan la cabeza o directamente todo el cuerpo a alguno).

Los vendedores de ropa que te quieren convencer de que algo te queda bien cuando a las claras se ve que te va chico o grande.

Los que, amparados en un seudónimo, se meten en los foros de Internet para insultar y hacer comentarios xenófobos e intolerantes.

Los padres que no mueven un dedo cuando su pequeño hijo te está destrozando el departamento.

Los padres que no mueven un dedo cuando su pequeño hijo le está rompiendo las bolas a todo el mundo en el restaurant.

Los tacheros que empiezan hablando del clima y a las 20 cuadras ya están pidiendo paredón de fusilamiento para media Argentina.

Los que piden "mano dura" para los delincuentes y después compran cámaras de fotos, notebooks o autopartes de "dudosa procedencia".

Los que te gastan porque llevás un paraguas un día de sol y no saben (porque se levantaron a las 2 de la tarde) que a las 6 de la matina (hora que te levantaste vos para ir a ganarte el pan) diluviaba.

Los que hablan pestes de los judíos y para sacarles un mango hay que operarlos.

Los que hacen que las paradas de 10 minutos en los viajes en micros de larga distancia terminen siendo de 45, porque en lugar de tomarse el cafecito en donde paró el chofer se van de "city tour" por el pueblo.

Los cuidadores de estacionamientos que para mover un auto de una cochera a la otra aceleran a fondo y hacen chillar las ruedas (tengo una teoría pero no quiero pecar de racista ni clasista).

Los que se quejan cuando cortan las calles para arreglarlas pero viven puteando cuando están rotas.

Los que critican la música que escuchás y en la casa apenas encontrás 3 CD's: uno de Chayanne, otro del grupo Sombras, y el tercero de "Operación Triunfo".

Los que te hacen ver albumes enteros de fotos de su bebé recién nacido (la criatura culo pa'rriba, culo pa'bajo, durmiendo, tomando la teta, en bolas, bañándose, etc, etc, etc...)

Los que te hacen ver el video de su casamiento (la cosa es aún más grave cuando encima vos no fuiste a ese casamiento).

Los que te dan charla sobre temas intrascendentes y aburridos o te cuentan anécdotas que no le interesan a nadie.

Los que quieren aparecer como "modernos" justificando la impuntualidad, los excesos de alcohol, la falta de palabra, las groserías, los ruidos molestos, la mala educación, etc.
"Estás jovato, ¿eh?", es el latiguillo que usan cuando te manifestás en contra de todo esto.

Los que por alguna oculta razón se quieren diferenciar de vos y te lo hacen notar en pelotudeces. Ejemplo: estás con un pulover y te dicen
"¿no me digas que tenés frío?" (sos un friolento y él se la banca); llegaste a Mar del Plata en 5 horas y te tiran "¿tanto tardaste?" (sos una tortuga y él es Schumacher); pedís un plato de papas fritas y te aclaran "yo acá no pido fritas porque las hacen horribles" (vos sos un nabo y él es un gran gourmet); pagaste $ 800 por una cámara digital y te recalcan "esa cámara yo la consigo a $650" (vos sos un pelotudazo y él es un hábil comprador).

Los fiscales de todo el mundo, esos que reprueban cómo actuás, lo que comés, lo que decís, etc.

Los vigilantes, esos que te cagan a pedos para quedar bien con otro. "¡Correte, ¿no ves que va a pasar la señora?!!", te dicen cuando vos sin querer estás tapando el paso. "¿Por qué no bajás un cachito la música que está durmiendo la criatura?", te retan en tu propia casa si hay invitados con un bebé.

Las publicidades pre-Mundial de Fútbol en las cuales se exacerba un nacionalismo triunfalista berreta que apesta.

Los que se dirigen a vos con apelativos como "maestro", "master", "campeón", "fiera", "winner", "capo", "titán", etc, etc...

Los que llaman "carro" o "nave" a los autos. "No sabés la nave que se compró mi jefe. Un infierno", te dicen.

Los que llaman "bicho" a los animales. "Ay, yo soy re-bichera", te dice una conocida para demostrarte que le encantan perros y gatos por igual. "Mi primo se compró un labrador. Hermoso bicho", te cuenta otro.

Los que le perdonan todo a cualquier modelito o vedetonga cabeza hueca con la simple excusa de que está "buena".

Los que generalizan. Ejemplo: "las mendocinas son rápidas", "los cordobeses son mentirosos", "a los españoles les gusta la joda", "los petisos son agrandados", etc, etc, etc...

Los que en los negocios le dan charla a los vendedores mientras vos estás esperando para que te atienda.

Los que en los cumpleaños, cuando el homenajeado acaba de soplar las velitas, lanzan indefectiblemente el clásico
"¡que ahora diga unas palabras!".

Los niños que se sientan frente al volante del auto de su papá cuando está estacionado y se les da por hacer sonar la bocina indiscriminadamente (en realidad los insufribles son los padres que lo permiten).

Los grupos de pibes que suben todos juntos al colectivo (compañeros de colegio, de fútbol, etc...) y empiezan a hablar a los gritos, a insultar y a pegarse.
Los que en los colectivos llenos se acuerdan tarde de bajar y terminan empujando, pisando y golpeando a todo el mundo.
Los que hablan por celular en voz alta (en el colectivo, en el subte) para que todos se enteren del "negocio" que está cerrando o los detalles de su nuevo romance.
Los que tiran la basura en cualquier lado y después putean al intendente de turno cuando se inunda la ciudad.
Los que piensan con la "izquierda" y actúan con la "derecha" (se entiende, ¿no?).
Los que salen a la calle para defender la democracia argentina, pero se hacen los boludos cuando les preguntás porqué no hay democracia en Cuba.
Los que se dedican a fastidiarte con cualquier pelotudez y cuando reaccionás mal te tiran: "Che, ¡qué sensible que estás!".
Los que te pinchan el globo cuando te mostrás entusiasmado con algo, aduciendo "manejar" información que el resto (o sea, la gilada) no conoce. Ejemplo: le decís que acaban de asfaltar 4 cuadras de tu barrio y te contestan "je, me extraña que no lo sepas... ese es un curro del Gobierno de la Ciudad con un empresario y una constructora, porque hay un baldío donde quieren poner un shopping. La idea es que 'palme' el viejo mercadito y levantar allí una torre de 40 pisos". Otro ejemplo: le comentás que acaban de inaugurar un túnel que descomprime el caótico tránsito de la ciudad. "Está hecho con materiales de segunda", te lanza. "Está calculado que a los tres meses lo clausuran por defectos de construcción y de esa manera presionan para privatizarlo y cobrar peaje".
La SIDE se está perdiendo grandes talentos con estos tipos.

Todos los que aparecen descriptos más abajo en los artículos
"Para un argentino..." y "¡Que vivan los novios!"

lunes, 17 de abril de 2006

Los Top Ten


Lo que sigue a continuación no es un ranking. Son simplemente los 10 discos que más me marcaron y que más escuché a través de los años. Algunos son viejitos, otros más modernos. Son esos discos que de tanto disfrutarlos se amortizan solos. ¿Alguno coincide?


Selling England By The Pound - GENESIS.
Genero: Rock sinfónico.
Este álbum está considerado como una de las Biblias del rock sinfónico.
Mejor tema:
Quinto de Quinto, La Batalla de Epping Forest, Ah! Y el final de The Cinema Show.




Close To The Edge - YES
Genero: Rock sinfónico.
Me animaría a decir que ninguna banda de rock actual podría imitar el complejo sonido de este álbum, ni de ninguno de los de aquel Yes de los '70.
Mejor tema: El que le da el nombre al álbum.


Wish You Were Here - PINK FLOYD
Género: Rock sinfónico.
Compite cabeza a cabeza con "Dark Side Of The Moon", pero me quedo con éste.
Mejor tema:
Brilla Tú Diamante Loco.




Peperina - SERU GIRAN
Género: Rock nacional.
Charly, Lebón, Aznar y Moro en su plenitud. Para cantar desde el principio hasta el final.
Mejor tema: Llorando En El Espejo, Esperando Nacer.


Los Niños Que Escriben En El Cielo - SPINETTA JADE
Género: Rock nacional.
El Flaco siempre supo rodearse de músicos exquisitos y el sonido de este álbum lo demuestra.
Mejor tema:
La Herida de Paris, Un Viento Celeste.




Pat Metheny Group - PAT METHENY GROUP
Género: Jazz fusión.
Album de inmejorables climas. Ideal para escuchar en la ruta un día de lluvia.
Mejor tema: San Lorenzo, Jaco.




Clutching At Straws - MARILLION
Género: Rock sinfónico.
No da respiro. Vertiginoso y potente desde el comienzo hasta el final. Es el rock sinfónico de fines de los '80.
Mejor tema:
Torch Song, Slainte Mhath.




The Antidote - RONNY JORDAN
Género: Acid Jazz.
Para quienes quieran tomar contacto con el acid jazz, éste el disco. Imperdible la versión del So What de Miles Davis.
Mejor tema: Get to Grips, After Hours.


Salinas - LUIS SALINAS
Género: Jazz latino, Funk, Bolero.
¿Qué se puede decir de este disco de Salinas? Emociona hasta los huesos. ¡¡Si hasta me gusta la versión que hizo del bolero
Cuenta Conmigo!!
Mejor tema: ¡¡Todos!!

Versiones - WILLY CROOK & FUNKY TORINOS

Género: Funk, Jazz, Soul.
Willy combina versiones de clásicos con temas de conocidas series de televisión. Brillante acompañamiento de Los Funky Torinos, nombre artístico de la banda liderada por el guitarrista de jazz Valentino, y a quienes Crook suele definir como "embajadores del buen gusto".
Mejor tema: It Takes A Thief, Just The Way You Are, Hit The Road Jack, Lazy.

lunes, 10 de abril de 2006

Para un argentino no hay nada peor que otro argentino... ¡al volante!


Parafraseando al General Perón, lo que acabo de decir es muy, pero muy serio. El mal comportamiento de los automovilistas argentinos es un tema que me obsesiona y una de las poquísimas cosas que logran sacarme de las casillas.

EL VALE TODO
Si alguien en el mundo se rompió la cabeza para crear las leyes del tránsito, el argentino hace lo propio para violarlas. Porque sí. Respetar las reglas es de boludo.
A saber. Doblar en "U" donde no está permitido. Girar a la izquierda en avenidas de doble mano y con semáforo. Estacionar en doble fila taponando la circulación. Circular por la banquina cuando la ruta se pone pesada, burlándose de todos aquellos "boludos" que decidieron respetar el orden de la caravana. Cubrir con un cartón o trapo la patente trasera para evitar las multas fotográficas (muy de moda ultimamente, y nadie hace nada). Acelerar en vez de aminorar la marcha cuando un peatón amaga poner un pie en la calle para cruzar. Estacionar sobre salidas de garages u obstruirlas parcialmente. (
"¡Que se deje de joder, si total por este lugarcito sale!", se justifica mas de uno). Estacionar tapando las rampas para discapacitados (esto es de una hijoputez total). Y por último, lanzarse a cruzar igual una bocacalle pese a que el atascamiento de adelante no deja meterse. Se cagan en los que avanzan por las laterales. Solo saben que en cuanto su columna comience a moverse ya estarán del otro lado.
Estas son algunas de las tropelías mas comunes a las que nos tienen acostumbrados los automovilistas vernáculos. Si alguien sabe más, que cuente.

POLE POSITION
"Yo manejo rápido pero manejo bien", se escucha muy a menudo por ahí. Y quizás tengan razón; jamás chocaron ni levantaron a nadie por el aire. Pero no dicen a cuántos peatones infartaron pasándoles a milímetros de las piernas ó haciéndolos correr por sus vidas porque vienen con onda verde. "El problema son los que van a 20; esos son los que te frenan el tráfico", vociferan con aires de sabios de fonda. Sí, los que se atreven a frenar la carrera loca de ellos, querrán decir.
Si alguien osa circular por el carril rápido (el de la izquierda) a una velocidad menor que la de ellos, le enchufan un festival de luces altas que el pobre no sabe si lo que viene detrás es un avión o un OVNI. Está bien, dicha mano es solo para pasar vehículos y nadie debe ocuparla para pasear. ¡Pero también les hacen luces a los que van por el medio y por la derecha! ¿Qué hacen ahí si quieren ir rápido? Es que todo vale si el objetivo es ganar posiciones. "Córranse que vengo yo", significa la encandilada de nuca. Y no les importa si ese auto no puede realizar la maniobra requerida porque a su vez está pasando a otro, ó tiene al Flecha Bus de dos pisos al costado. "¡¡Correte YA!!", es la orden. Si finalmente logran pasarnos pese a no habernos hecho a un lado, nos dedican una mirada de odio mortal mientras balbucean una puteada que le brota desde lo mas profundo de su alma.
Capítulo aparte merecen colectiveros y taxistas. Los primeros se desesperan por pasarnos ¡para detenerse a los pocos metros en la parada! La metamorfósis que sufren los segundos es sorprendente. Vacíos van a paso de hombre y con la paz interior de Gandhi; apenas sube un pasajero se convierten en seres poseídos por el Demonio.
En resumen: el tráfico debe responder a sus propios intereses. Debe abrirse como las aguas del Mar Rojo ante el paso de Moisés.




LA PACIENCIA ES MALA CONSEJERA
Otro calvario son los que nos hacen luces mientras estamos detenidos en un semáforo y este va cambiando del rojo al verde. ¡Ya nos apuran a partir del amarillo, carajo! La mayoría de las veces aplicando bocinazos desesperados también. ¿Qué pretenden? ¿Que uno ponga primera en una pendejésima de segundo y salga arando? No todos tienen training de F-1. Tienen que considerar que el de adelante puede sufrir algun problema psicomotriz, o que simplemente no quiere consumir medio tanque de nafta en una acelerada. Y son los mismos que estando en primera fila, la transición ya los encuentra con el auto varios metros adelantado, intimidando, y no es para menos, a peatones, y a los que cruzan con el último aliento de su luz verde. Lo más gracioso es que a todos estos apurados los encontramos cara a cara en el siguiente semáforo. Los argentinos aprendimos a manejar con 8 dedos; de los 2 dedos restantes uno está fijo sobre la bocina y el otro sobre las luces. Hagan el siguiente ejercicio (cuando estén al pedo, obvio): párense en algún semáforo de calle con mucho tránsito, y cuenten cuántas décimas de segundo transcurren hasta escuchar el primer bocinazo a partir del cambio del rojo al verde. Se van a sorprender.
"¡¡¡Daaaale, boludoooo...!!!", recibe como estentóreo piropo aquel que por algún motivo no avanza. Es que el auto tiene esa maravillosa ventaja de mantener a su dueño en el anonimato. Nadie insultaría en la cola del súper o en la del banco porque ahí hay que poner la trucha. Y puede terminar rota.
Y está el pobre cristo que intenta estacionar en una calle angosta mientras los que esperan detrás en fila india lo fustigan a bocinazos. La orden es clara: "Andate a dar una vuelta manzana y estacionás después, macho; primero paso yo". Lo único que logran es ponerlo nervioso y seguramente va a demorar más. Caso parecido es el del auto que se detiene para dejar pasajeros. El de atrás VE que está bajando gente (muchas veces personas mayores con problemas) y toca bocina igual, aturdiendo a medio vecindario.
Barreras bajas y embotellamientos exasperan a más de uno, que intenta destrabar el tráfico a bocinazo limpio. Y este impulso es como contagioso; a veces nadie toca, pero basta que alguien se anime para que todos los boludos se enganchen detrás. ¿De veras piensan que colgándose salvajemente de la bocina lograrán levantar las barreras ó desatar como por arte de magia el nudo gordiano que se formó entre dos avenidas? Usemos la lógica alguna vez. El 100% de los automovilistas detenidos lo que más quiere en el mundo es avanzar. Nadie en su sano juicio desea plantificarse porque sí en el medio de la calle. ¡Entonces si no arranca es porque no puede, carajo! ¡No lo martiricen a bocinazos! No martiricen al resto de los vecinos que seguramente duermen, trabajan, o estudian en las inmediaciones del batifondo. Me gustaría que mientras maldicen en el interior del auto piensen en el verdadero drama de los que esperan ayuda humanitaria ó un órgano para ser transplantados.

BREVE EPILOGO
Bien, queridos amigos... muy poco conozco del resto del mundo, pero los argentinos al volante son una raza de temer; una raza en vías de expansión si no se toman medidas ejemplares para impedirlo. Y cuando digo ejemplares no me refiero a controles que duran escasos 2 meses y que solo buscan recaudar.

Puta suerte (en boca cerrada...)


Estaba visitando con mi amigo Andrés Pasquali las ruinas mayas de Palenque, en el estado mexicano de Chiapas y, como a la mayoría, se nos ocurrió trepar el imponente Templo de las Inscripciones. La pirámide estaba coronada por un altar en forma de galería desde el cual se dominaba casi todo el conjunto de edificios históricos. Nos sentamos en el último escalón y nos dedicamos a observar el paisaje de ruinas y selva. Entre los turistas que se paseaban allá abajo nos llamó la atención una blonda y solitaria señorita cuya musculosa y apretados shorts le marcaban una silueta más que interesante. Era una perra, bah. Con mi zoom de 400 mm comenzamos por turnos a seguir de cerca su andar y a elogiar a viva voz su trasero hasta que alguien interrumpió nuestro pasatiempo. "Ese culo es el de mi esposa", nos gruñó en perfecto castellano y con aire desafiante un corpulento sujeto que permanecía cerca nuestro desde hacía un rato. El personaje parecía decidido a pelear si alguno de los dos se paraba y lo enfrentaba. Maldijimos por dentro nuestra extraña mala suerte y le pedimos disculpas. No estábamos dispuestos a estropear nuestras vacaciones por un pelotudo que se sintió "cuerneado" por una cámara de fotos.

¡Que vivan los novios!


Odio las fiestas de casamiento. Así como lo digo. La paso mal, me embolan... Y casi siempre salgo de ellas pensando en que tal vez la solución esté en el diván de algún psicólogo. Quizás haya escondido algún trauma por allí. Y no estaría mal conocer el origen de esta conducta -a decir de familiares y amigos- tan, digamos... "antisocial".

¿Por dónde empiezo? A ver... no me gusta bailar, o mejor dicho, no me gusta bailar la música que no me gusta. Y generalmente es la que pasan en los casamientos. Latinaje berreta, para ser más claro. "¡Es música para joder! ¿Qué querés que te pasen? ¿Free Jazz
?", me cagan a pedos en medio del batifondo cuando les doy este argumento. "Ojo, a mi tampoco me gusta; te aclaro que jamás me compraría un CD de estos tipos, pero para pachanguear está buena", agregan justificándose. Y esta explicación hipócrita no la acepto bajo ningún punto de vista. Para mí es muy simple: ¿la bailás?, entonces TE GUSTA. Si determinada música te induce a mover el cuerpo es que algo te provoca, algo sentís. No hay otra, macho.

Después están los que no te pueden ver sentado. "¡¡¡Daaaale amaaarrrgo, vení a bailar!!!", tengo que escuchar desde la pista, cuando no vienen directamente a sacarte por la fuerza tomándote de un brazo. Y no importa si durante la cena animaste la mesa con tus anécdotas de viaje o tus chistes; si no bailás pasás a ser el personaje más aburrido de la fiesta. ¿Qué pasa si a esos tipos -ó minas- los obligás a hacer cosas que no les gustan? Te putean, ¿no es cierto?

Y todo está armado en función a la pachanga, maldita sea. Te sirven la entrada, y cuando estás por mandar el último bocado de pavita a la boca... ¡el vals! Te sirven el plato principal, y cuando masticaste la última papita noisette... ¡¡salsa!! Te sirven el postre, y cuando pudiste hilvanar una conversación con la minita que te sentaron al lado... ¡¡¡carnaval carioca!!! Y es ley no escrita que con el primer acorde debe suspenderse todo lo que uno está haciendo. ¡A la pista!, es la orden. Comer. Bailar. Comer. Bailar. Y así indefinidamente.

¿Y la distribución de los invitados? Qué temita, ¿eh?
"Te puse en una mesa re-piola", te dice la novia para crearte expectativa. Expectativa, las pelotas: de cada pago un paisano. Una prima solterona, un ex-compañero de la secundaria del novio que solo habla de filosofía, una vecinita del barrio que parece haberse olvidado la lengua en su casa, una compañera de la "facu" de la novia que no para de mandar mensajitos de texto vaya a saber a quién, y finalmente un matrimonio que conocieron los novios en sus últimas vacaciones en Brasil. Con lo que me gusta Brasil...

Y los momentos emotivos... ¡madre mía! Qué martirio. Cada tanto hay que provocar alguno para que la gilada lagrimee un poco. Habla el novio. Habla la novia. Agradecen. Se besan. Se tocan. ¿Alguien alguna vez hizo la cuenta de cuántas veces felicitó, abrazó y les deseó las misma pelotudeces a los novios? Lo pregunto en serio. Síganme con este cálculo:
1) Antes de entrar al Civil.
2) En el Civil (después de las firmas, claro; ya son oficialmente marido y mujer).
3) A la salida del Civil (bombardeo de arroz mediante).
4) A la salida de la iglesia.
5) Cuando entrán al salón.
6) Durante el vals.
7) Con el brindis y el corte de la torta.
8) Cuando nos vamos.
Y seguramente me olvidé de alguna otra ocasión. ¿Hace falta tanto? Y lo más patético es la fila que se forma para saludarlos. Todos quieren ser los primeros. ¡¡¡A la cola, muchachos!!!



En fin... Duro lo mío, ¿no? Pero sincero. O sea, amigos: casensé, yo los voy a felicitar (una vez nada más), les voy a hacer el regalo correspondiente, sepan que no voy a esquivar el bulto. Ustedes háganme a mí el mejor de los regalos: ¡¡¡NO ME INVITEN A SU FIESTA!!! (es un cubierto menos, piénsenlo así).